departamento frances
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departamento frances
Retiro I Ciudad de Buenos Aires
2020
arquitectura interior: Arq. Jorge Muradas
interiorismo: Estudio Muradas
fotografía: Daniela Mac Adden
textos: Sol Dellepiane

Refacción integral de un departamento en una cuadra de estilo netamente francés en el barrio de Retiro. Fachada clásica y espacialidad contemporánea en logrado contrapunto. Leer más

Un desafío doble el que presentaba esta reforma integral. Por un lado, intervenir sobre un edificio histórico catalogado. Por otro, trabajar para un colega. Retos exigentes aunque no imposibles, como queda de manifiesto. En efecto, el departamento en cuestión se emplaza en un edificio clásico en esquina sobre la calle Juncal, muy cerca de la clásica estación Retiro. Toda la cuadra es de líneas francesas y conforma una fachada continua con la impronta sofisticada que caracteriza a los mejores exponentes de este estilo construidos a lo largo de distintas décadas del siglo XX. La obra debía, desde ya, conservar este virtuosismo estético y el correspondiente valor patrimonial. En cuanto al propietario se trata de Ernesto Bedmar, reconocido arquitecto oriundo de Córdoba que desde hace 30 años vive y trabaja en Asia. Para su pied à terre en Buenos Aires eligió este rincón de la ciudad lleno de tradición, encanto y galerías de arte. Y aunque su propio estilo tiende hacia tintas más cargadas, en materia arquitectónica comparte la visión de Jorge Muradas y a él le confió –sin condicionamientos– el diseño y la realización de la reforma.


Puertas adentro el departamento ya no poseía molduras ni otros detalles de estilo originales. Se decidió introducir un lenguaje contemporáneo generando un espacio continuo, prácticamente sin divisiones: escritorio, living y comedor acompañan la forma de la esquina. En los extremos, una serie de espejos multiplica el espacio: de un lado, en forma de paneles fijos; del otro, incluidos en una biblioteca metálica con módulos corredizos que oficia de división entre el comedor y el dormitorio. Este elemento fue diseñado por el comitente. Todas las decisiones tendieron al efecto de amplitud visual.


La cocina comprende el antiguo cuarto de servicio y está integrada al espacio principal. De líneas netamente contemporáneas, se resolvió en roble americano para unificar con los pisos de toda la casa, que son de roble de Eslavonia –algunos antiguos y otros hechos a medida siguiendo el diseño original–. El mármol elegido para la isla, la mesada y la alzada juega en la misma tonalidad de la madera. Los baños también se hicieron a nuevo, con paredes revestidas en tiles de subte neoyorkino y el mismo mármol empleado en la cocina. Lo mismo el antiguo lavadero, hoy lugar de paso hacia el toilet de recepción. Para el equipamiento del vestidor se apeló, nuevamente, al roble americano. La elección de una paleta limitada de materiales que se reitera en distintos usos es un sello del Estudio, siempre a la búsqueda de la continuidad y contundencia estética. 


Una caja minimalista a lo John Pawson, ausencia de barreras entre los ambientes, vistas hacia Plaza San Martín y la bajada de Juncal en un tramo ancho y abierto de la calle, luz a raudales. El diseño de una piel interior que logra traer esa propiedad histórica al presente con singular elegancia.


 


 


 

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