Que un matrimonio de clientes reincida en convocar a un arquitecto para un nuevo proyecto es siempre un placer para el profesional. Que lo haga en otro extremo del continente y encomiende la reforma integral de su nueva casa en la costa Oeste de los Estados Unidos al autor de su anterior vivienda en Buenos Aires, multiplica la gratificación. La casa está situada en las afueras de San Diego, California. Construida con el sistema de steel framing típico americano, se desarrollaba en una planta, había sufrido varias modificaciones y presentaba características tanto a nivel funcional como estético que volvían imperativa una intervención que la adaptara a sus nuevos propietarios. Una de las principales decisiones fue construir una planta alta donde emplazar la suite principal con vestidor. También agregar una serie de galerías que dotaran a la casa de espacios de sombra y proporcionaran dinamismo a las fachadas. Además del nuevo techo con un gran alero, se proyectaron cinco pérgolas de madera: en el ingreso al garage, en la entrada principal, en la zona de los dormitorios de los chicos y otras dos en la fachada que da al valle. Así, en un clima casi sin lluvias y con una temperatura ideal en todas las estaciones, se generaron numerosos espacios donde disfrutar de la vida outdoors a lo largo de todo el año. Como remate del cambio radical que se imprimió en la casa, los exteriores pasaron del color blanco con ventanas celestes, al mismo tono del canto rodado presente en el entorno. Todo –paredes, aberturas y pérgolas– se pintó de un color arena en armonía con el paisaje. Concluida la intervención de la casa principal, se pasó a una segunda fase: una casa para huéspedes.