El encargo era preciso: poner en valor un departamento emplazado en un edificio art déco para ser habitado por un hombre solo con buen ojo para el arte y una vida social intensa. La tarea se encaró en conjunto con María Anzoátegui y la colaboración fue total: más allá de las recíprocas áreas de expertise, el Estudio se involucró en el interiorismo y la diseñadora en las decisiones de arquitectura. La obra estuvo a cargo de IRGO del Ing. Ignacio Iraola. La sinergia entre las partes obtuvo un resultado impecable.
La obra se orientó a destacar los materiales y las terminaciones que forjan el sello de identidad de un espacio con estas características. Se rescataron los pisos de roble de la recepción y se sustituyeron los del área privada por otros iguales, conseguidos en demoliciones. En materia de herrajes se buscaron sustituciones idénticas a los originales. Las aberturas fueron retiradas, restauradas y dotadas de doble vidrio, obteniéndose una aislación óptima. Fiel exponente de su estilo, el departamento presenta ventanas más bien chicas y sin balcón, por lo cual se prestó especial atención a la iluminación. Se generó una garganta perimetral para iluminar el espacio de manera indirecta. El equipamiento a nivel tecnológico incluyó también aire centralizado. Todos estos detalles, muchos imperceptibles al ojo, se cuidaron al máximo.
La impronta del diseño interior es más bien masculina. El hall de entrada y el comedor se pintaron en un gris plomo muy a tono con el importante cuadro de Rogelio Polesello que preside el espacio. Otras obras destacadas son la mona de Edgardo Giménez en el living y una pintura de Roberto Aizenberg en el recibidor.
La cocina se hizo íntegramente a nuevo excepto el piso, un granítico original que fue recuperado. Las mesadas se resolvieron en Dekton y todo el mobiliario, al igual que el del estar contiguo, se diseñó en roble americano.
El gran gesto del dormitorio principal es un muro enchapado en teca que reproduce un tipo de paneles muy utilizados en el art déco. El recurso se repite en otra de las paredes del cuarto y en el vestidor, para el cual se aprovechó una parte de la antigua área de servicio y que se integró a la habitación mediante puertas de vidrio y carpintería de hierro. Todo el equipamiento fijo estuvo a cargo del Estudio.