Cuando los clientes lo invitaron a visitar la propiedad que les gustaba para escuchar su opinión antes de tomar la decisión final, el arquitecto Jorge Muradas fue categórico: la casa tenía potencial. Así se encaró una intervención profunda que, tomando como pilar la planta simétrica original, propuso cambios que alteraron radicalmente la fisonomía de la casa.
Las innovaciones más importantes sucedieron a nivel fachada y galerías. En el frente se retiró un volumen en forma de prisma vertical que oficiaba de ingreso y se creó un patio, un espacio que sirve de transición entre la calle y el interior de la casa y que vuelve completamente amable la llegada. Por delante del muro que delimita este patio se extendió la pérgola en dos tramos que resguardan el área para autos. Todo, en una escala baja y acogedora.
Esta gran zona ganada por la intervención remite a una casa de descanso en la playa o en el campo: la sensación de un lugar exterior contenedor, los bancos, el verde en las grandes macetas con topiarios de buxus y el parque que asoma por los laterales. El efecto se acentúa a través de otras decisiones fundamentales. En primer lugar, la paleta de color: blanco para las carpinterías de aluminio y las pérgolas; y un gris claro para el revestimiento microtexturado de los muros exteriores. Por otro lado aunque vinculado con esto, la idea de generar un patrón de líneas verticales en los muros; un efecto tipo tablas que se logró calando el revestimiento y que confiere una impronta informal, fresca y original.
En toda la casa se respira esta atmósfera ligera como de casa de vacaciones. En la galería exterior se generaron un sector de parrilla y otro de living. El equipamiento –en general de madera tratada– tiene la misma jerarquía que los muebles del interior dado que todos los espacios exteriores se usan muchísimo.
En cuanto a los pisos, para el ingreso se optó por grandes placas de hormigón hechas in situ. Para el patio y las galerías, baldosones atérmicos en gris y que genera un buen contraste con el verde que abraza a la casa. Respondiendo a la doble premisa del mantenimiento simple ideal para una casa de fin de semana y la de utilizar pocos materiales en un idioma contundente y armonioso, para el interior se eligieron placas grandes de porcelanato cementicio en los tonos mencionados. El conjunto compone la unidad característica del estudio Muradas.
El living funciona como centro del hogar, no solo por la disposición física sino porque es el espacio más utilizado por grandes y chicos. Diáfano, visualmente limpio, equipado de manera muy simple: una banqueta de madera da la bienvenida en la entrada, sillones grandes y mullidos llenos de almohadones, mesas bajas con tapas de mármol. Dos cuadros de Ignacio de Lucca marcan la impronta estética de toda la ambientación. La vista desde este espacio es privilegiada. Aunque prima la integración, para separar virtualmente el living del comedor y de la cocina se armaron dos pórticos en madera. Hacia un lado, el comedor es un buen ejemplo del tipo de calidez buscada: madera, lámparas de bamboo de David Trubridge, que juegan con distintos climas y tres esculturas de madera negra de Carlos Vignolo. Hacia el otro, la cocina se hizo completamente a nuevo y fue ampliada sumando un antiguo cuarto de servicio. El ojo se desvía hacia un muro revestido en madera laqueada que repite las líneas verticales de la fachada y, en las tres ventanas idénticas, las persianitas del mismo material replican el efecto visual de las pérgolas. La cocina está equipada con tecnología de punta en heladeras, hornos, cava, anafe y un extractor de mesada que permite visuales sin interrupciones.
En la planta alta, también regida por la simetría, un hall de distribución –ambientado con un banco y unos enormes platos en seagrass colgados como arte– conduce al dormitorio principal con su baño y su vestidor, a los cuartos de los hijos y, hacia el frente, a un dormitorio de huéspedes y al escritorio de la dueña de casa. El equipamiento de los cuartos de chicos es bien práctico: camas con respaldos enfundados para poder lavar y cambiar con facilidad. La cama de la suite principal es de madera y tiene un respaldo tapizado. Los muebles, las alfombras, los artefactos de luz y los accesorios de todos los espacios son de Acento Muradas. En esta planta se conservó el piso de madera existente, aunque se lo pintó íntegramente de blanco con una pintura especial. Los baños fueron hechos a nuevo con pisos en el mismo cementicio utilizado en la planta baja, muros en mármol Calacatta y mesadas/pileta realizadas en Corian diseñadas por el Estudio al igual que todo el equipamiento fijo de la casa.