El local que la firma tiene en Martínez, un agradable rincón de la Zona Norte, se asienta sobre una típica casa chorizo que ya había sido intervenida para adaptarla a su función anterior como galería de arte. El Estudio eliminó cielorrasos hasta llegar al techo original, que consta de una estructura con vigas de madera. Teniendo en cuenta que se necesitaban grandes ventanales para la vidriera, se hizo la carpintería a nuevo y se la pintó de negro en contraste con la caja inmaculadamente blanca. Los pisos originales de cemento alisado fueron restaurados. El producto se exhibe mediante el sistema generado para todos los locales de la marca: módulos que pueden configurarse como percheros, como paneles o como estantes, un modo flexible e innovador de mostrar los géneros y papeles. Un mesón antiguo de madera proveniente de la oficina histórica de la empresa fue invitado a aportar la nota vintage y testimonial en la ambientación.