Emplazada sobre dos lotes, esta casa se extiende a lo ancho del predio para aprovechar la amplitud del parque hacia el contrafrente. La planta es simétrica, con dos galerías y, entre ellas, un sector de doble altura que ofrece la posibilidad de prolongarse hacia el exterior a través de una gran abertura con sistema guillotina para derivar, a su vez, en la pileta, estratégicamente ubicada en el eje central. Diseñada a la medida de un matrimonio con dos hijas, la planta baja está dedicada al esparcimiento y a recibir, aunque ofrece también un living de carácter más íntimo. Los espacios privados se concentran en el primer piso, recorrido de extremo a extremo por una circulación de dimensiones generosas con ventanas hacia el frente. Así se suceden los tres dormitorios en suite, un escritorio y una sala de cine, todos con vistas al parque. Los interiores son simples, despojados, y blancos, para potenciar la luz. Los pisos son de madera de incienso. Mientras el contrafrente es sumamente abierto, para el frente se redujo la dimensión de las aberturas y se recurrió a cortinas tipo americanas negras que filtran las vistas y otorgan intimidad. El exterior se resolvió con revestimiento texturado de un solo color, en la paleta de los grises. Las carpinterías de color negro en toda la obra fueron realizadas a medida. Para el solado de las galerías, al igual que para el perímetro de la pileta, se utilizaron baldosones atérmicos, también en los tonos de gris. Para el frente el solado elegido fue el pórfido patagónico.